domingo, 30 de agosto de 2009

A SIETE AÑOS DEL INFORME FINAL DE LA CVR

¡NI OLVIDO, NI PERDON!

Aunque el panorama político nacional y el espectro de partidos burgueses es poco afín a la memoria colectiva, puesto que dicha acción es una potencial afrenta a la historia como la quieren ver contada, los colectivos surgidos de los menos favorecidos, a quienes su historia posterga, tenderán siempre a la construcción del recuerdo, ya que sólo éste puede ser punto de partida del futuro con esperanza, sin él, el porvenir también queda en el olvido.

A siete años de la presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, es muy poco lo que se avanza en materia de judicialización de los casos, incluso antes y después de los juicios al dictador Fujimori y algunos miembros de la cúpula militar. Cuando la judicialización existe, la lógica del sistema es salvaguardar en la impunidad a los asesinos y torturadores. El problema principal lo genera el desinterés político en este asunto, y es que, con la marca sobre la frente es difícil señalar con el dedo, por ello, ya sea desde las posiciones cercanas al fascismo en todos sus colores o desde el nacionalismo burgués, los proyectos políticos no tienen la pretensión cercana de comenzar a hablar de la memoria, el conflicto interno y las graves violaciones a los derechos humanos que viene sufriendo nuestro pueblo no únicamente desde la década de los ochenta sino de mucho antes y hasta nuestros días (véase la cantidad de muertos en conflictos sociales que ya tiene el aprismo en su último “des”gobierno).

Para el tema recurrente, en la UNMSM sucedieron varios casos, de los cuales no hay conocimiento ni siquiera de su acaecimiento entre la comunidad universitaria y que fueron señalados, algunos de ellos, por el Informe de la CVR; éstos son los más conocidos:

- Javier Arrasco Catpo: Asesinado el 31 de mayo de 1988 durante una movilización en Cangallo, al lado de la Facultad de Medicina.

- Carlos Amilcar Barnett Azpur: Le apodaban "el gringo", era estudiante de la Facultad de Ingeniería Industrial de la UNI, y estudiaba al mismo tiempo Derecho en la UNMSM. Murió por un disparo de bala en la cabeza durante una marcha de San Marcos contra el primer gobierno aprista el 18 de Julio de 1988 (Paro convocado por la CGTP).

- Hernán Pozo Barrientos (21 años): Estudiaba Antropología. Fue asesinado por la Policía el 12 de octubre de 1988 en las inmediaciones del Patio de Letras, por una bala disparada a la cabeza.

- Luis Miguel Pasache Vidal: El 13 de agosto de 1988 fue detenido en las inmediaciones de su casa en el distrito de SMP, al día siguiente su cadáver fue encontrado por pescadores en la playa Puerto Viejo con un orificio de arma de fuego en el cráneo. Lo asesinó el Comando Rodrigo Franco.

- Hugo Aliaga Ordaya (28 años): Estudiaba en la Facultad de Administración, fue detenido el 22 de septiembre del 1988 y luego desaparecido. Había participado en el paro del 18 - 19 de Julio de 1988. Asesinado por el Comando Rodrigo Franco.

- Oswaldo Haro Castillo (26 años) y Jorge Manuel Silva Seminario (25 años): El 12 de abril de 1990, sus cadáveres fueron encontrados en el interior de una acequia de regadío, a la altura del Km 32 de la carretera Carabayllo. Ambos eran estudiantes de la facultad de Medicina de la UNMSM y habían sido secuestrados 6 días antes.

- Juan Gregorio Felipe Maquera (21 años): El 11 de junio de 1991 es detenido en la puerta que da a la Facultad de Odontología de la Ciudad Universitaria, y luego desaparecido. Ese día el dictador Fujimori había ingresado al campus sanmarquino siendo repudiado por cientos de estudiantes.

- Juan Vargas Vallejo: Vivía en la Residencia Universitaria. En diciembre de 1992 es detenido en el distrito de SMP, nunca más volvió a aparecer. La Base de Acción Cívica (BAC) de San Marcos ya se había instalado y constituía un verdadero centro de espionaje e inteligencia del ejército.

Como la mayoría de estudiantes en aquella época, muchos de ellos abrazaban ideales de cambio y transformación, pertenecían a las más diversas tendencias de organizaciones de izquierda y eran activos partícipes en la construcción de sus ideas. Al momento de morir ninguno de ellos estuvo armado, ninguno repelió con fuego el fuego que los mató. Fueron alevosamente asesinados por los mastines de la política represiva del Estado, y sin embargo, hoy existe la tendenciosa creencia que todos fueron “terroristas” y que por esa causa están muertos. Tal ignominia no puede ser permitida.

Los esfuerzos por la búsqueda de justicia y verdad, por ello, cobran mayor trascendencia en una sociedad infecta de titulares de prensa escrita y audiovisual contraria a la práctica del ejercicio de los derechos más fundamentales por parte de importantes sectores de la población. La gran prensa nacional, eterna lacaya del poder económico, no hace más que representar una posición política esgrimida por los sectores más retardatarios de la sociedad, liderada por el propio Poder Ejecutivo, quienes defienden tesis como la mencionada en el párrafo anterior para justificar sus actos.

Los estudiantes, quienes estamos del lado de los olvidados, hemos tomado conciencia desde hace muchos años que es de suma importancia vincularnos a esta lucha por el alcance de justicia y en contra de la impunidad, por ello desde la Coordinadora contra la Impunidad hemos articulado un trabajo, no en un afán superficialmente caritativo o bajo una mascarada de falso humanismo liberal, sino en la comprensión concreta que bajo el recuerdo y la defensa de la memoria de aquellos que fueron asesinados, torturados y desaparecidos está también la pugna cotidiana contra el poder, el mismo poder en contra del cual vivieron y por el cual murieron. En esta experiencia en la que hemos encontrado grandes amistades y aprendido sustancialmente, son no pocos los retos que faltan afrontar, más aún cuando se vive en una sociedad profundamente desinformada y con conciencias arrolladas por la cultura neoliberal.

La tarea de quienes aportan en la construcción de memoria y verdad no es entonces un camino de rosas, pero constituye en parte un deber para con las generaciones que nos precedieron y que entregaron todo de sí. En esta lid, nos diferenciamos de las posiciones que afirman la búsqueda de perdón y reconciliación, mas aún nos distanciamos de las que piden amnistía y olvido para los crímenes de los represores y asesinos; nuestra consigna al lado de los familiares de las víctimas será siempre por justicia y por verdad, ¡ni perdón, ni olvido!.